Pasan 40 días…

Centro Ignaciano de Reflexión y Espiritualidad


Una cifra que en la Sagrada Escritura pone de presente la cercanía de Dios con la humanidad, en la que evidencia la época para la maduración, el cambio, la renovación. Es un tiempo para enfrentar problemas y dificultades con la lógica del Espíritu, por tanto, no se trata de encontrar significados secretos, mensajes ocultos o códigos. De lo que aquí se trata es prepararse para toda buena obra.

 

Ad portas de la fiesta de la Pascua, con todo lo que ella trae de encuentro y acompañamiento con la persona de Jesús, se supone que se ha dado todo un proceso de preparación para seguir madurando el deseo del conocimiento interno del Señor, que por mí se ha hecho hombre, por mí va el Señor a la pasión.

 

Camino, ayuno, limosna, oración, desierto, tentación, conversión, reconciliación… para identificarse con Jesucristo Vivo, son de una manera u otra las invitaciones o propuestas del Señor, no solo para este tiempo cuaresmal, sino para quien desea ser buscador de Dios en la vida cotidiana, de forma personal o comunitaria… pero ¿cómo las hacemos vida en la cotidianidad?

 

Bien puede ayudar lo que dice Evangeliun Gautdium # 24 sobre aquello de Primerear (el Señor toma la iniciativa y fruto de ello haber experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva, salir al encuentro de cualquier ser humano), involucrarse (como Jesús en el lavatorio, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo), acompañar (a la humanidad en todos sus procesos, por más duros y prolongados que sean. Sabe de esperas largas y de aguante apostólico), fructificar (el Señor la quiere fecunda. Cuida el trigo y no pierde la paz por la cizaña) y festejar (Celebra y festeja cada pequeña victoria, cada paso adelante en la evangelización).

 

Estos cinco elementos enriquecen un examen de este seguimiento del Señor, para salir de cierto solipsismo espiritual amenazante, desplegar aquello de ser contemplativos en la acción y no palabreros de la supuesta acción.

 

Cómo sentir y gustar que vale pena saciarse de amor para la vida (ayuno). Cómo darse, no sólo de lo que se tiene, sino sacar del corazón (limosna), para expresar el amor en obras. (Orar) La familiaridad con Dios llena la vida por dentro y por fuera con los matices que mejor expresan lo que quiere plasmar Dios en el mundo. En la realidad del vértigo y el afán, de la inmediatez atrae la superficialidad de muchas cosas… lo de Dios lo puedes encontrar en tu interior, para ello es necesario salir más del propio amor, querer e interés (vencer la tentación).

 

Dios siempre está ahí, nos trata como un maestro de escuela con un niño: enseñando. Y enseña que la vida es un camino vivo, que somos caminantes nuevos, por eso hay que ser peregrinos… mirar al frente, fieles a los compromisos que pueden traer alegría o duda para atravesar los desiertos de la vida.

 

Estar atentos para captar la divinidad escondida y la tarea u oficio en el que el Señor propone para animar la humanidad y construir un mundo nuevo que está naciendo. De pronto esto nos puede tomar algo más que cuarenta días.

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