Siempre puestos en camino

Centro Ignaciano de Reflexión y Ejercicios


En la estadía de Manresa –que fue para poner algunas cosas en claro– Ignacio conoce el accionar de Dios en su interior y cómo le conduce a través de la enseñanza que él asimila, cual alumno ávido que se deja ilustrar por el maestro.

 

Manresa es la época de gran madurez y claridad que pone en camino a ‘El peregrino’, tanto en el salir de sí mismo, como en la forma del servir a Dios. No son los gustos y caprichos, intereses e ideas propias las que le conducen, sino la docilidad del barro que se deja moldear por el artesano.

 

En esta época del yo… quizá es posible, y puede ser una invitación, el hecho de salir de tanta envoltura y falsas seguridades, claridades y distinciones de saberlo todo, para estar a la escucha de lo que Dios está llamando a hacer ahora, que puede ser muy diferente de lo que se ha hecho en épocas anteriores. Dios está lleno de sorpresas.

 

Cuántas veces las quejas que hacemos o escuchamos proceden de la observación en otros y quizá en nosotros, de las soberbias, orgullos, vanidades, pretensiones, formas de pensar y actuar tan momificadas que generan ambientes o actitudes del siempre ha sido así, que atrofian todo y paralizan las posibilidades de cambio. En este contexto es posible que germine, como arbolito al pie de un edificio, la posibilidad de una vida nueva.

 

Muchos de nuestros santos bíblicos estaban en sus últimos años antes de que Dios los llamara a las aventuras por las que los conocemos: liderazgo, nueva vida, transformación, sanidad. Sus vidas demuestran que los verdaderos llamados se disciernen no solo a través de la razón y las circunstancias, sino también a través del conocimiento propio y la conversación con Dios.

 

Ignacio, que ponía por escrito lo que le servía, producto de las lecturas -que no eran como las nosotros por la información de tantas redes sociales– fue concretando, poco a poco, las llamadas de lo “nuevo que agora comenzamos” (Autob 21), que pueden ser invitaciones o llamadas a la confianza, humildad, quietud, perdón, servicio, madurez… dejando ir, eligiendo, cuidando, manteniendo el coraje... toda una gama de situaciones que nos llevan al atrevimiento de recibir lo que es la vida ahora y preguntarnos delante de Dios cómo vivirla mejor.

 

Dios no ha terminado su obra conmigo y, en muchos otros todavía, Dios se encuentra con nosotros con una nueva gracia inesperada y llamada a realidades de comenzar de nuevo, porque somos creyentes afianzados en la esperanza, amasados por la fuerza incontenible del amor y en apertura de algo más. La oración y el discernimiento ignacianos ofrecen un camino para descubrir llamadas, propuestas, invitaciones, sugerencias previamente desconocidas y nuevas formas de vivir y estar al servicio.

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