Aquello de la oración…

Centro Ignaciano de Reflexión y Ejercicios


 

Como cristiano, Ignacio valoraba sobremanera la oración y le dedicaba tiempo suficiente a la misma, puesto que su carisma se ha definido como "buscar y hallar a Dios en todo". De sí mismo afirmó al final de su vida que "siempre y a cualquier hora quería hallar a Dios, lo hallaba" (Autobiografía, 99).

 

Ignacio es, propiamente hablando, un "maestro de vida espiritual", porque su magisterio alcanza todo el conjunto de la existencia del seguidor de Cristo. Este conjunto abarca desde la opción por el seguimiento plenamente personal (discernimiento-elección), hasta la prosecución siempre creativa de esta opción a lo largo de la vida ("en todo amar y servir a su divina majestad").

 

Los Ejercicios Espirituales incluyen, entre otras "espirituales operaciones" y "ejercicios", la oración en formas muy diversas. Quien se adentra en la escuela de oración de los EE, asienta los fundamentos de una sólida vida de oración, adquiere el "gusto" por la oración imprescindible para buscarla y mantenerla en la vida posterior a los Ejercicios y se inmuniza ante los riesgos que amenazan a la misma.

 

La oración es un lugar de encuentro de Dios con el ser humano. Ignacio parte de un presupuesto que él mismo ha experimentado y que ha conocido en la experiencia de muchos otros hombres: que Dios se comunica libremente, que el Creador obra inmediatamente en la criatura (EE15). En los Ejercicios Espirituales, el que acompaña ha de dejar que el ejercitante busque, ayudado por la Gracia, y llegue a "sentir y gustar internamente" (EE2) todas las cosas.

 

La oración es un lugar privilegiado para que el ser humano se encuentre con Dios. San Ignacio habla de “entrar en los Ejercicios” (EE 5), "entrar en la contemplación" (EE 76 y 128), "entrar en la oración" (EE 239). Al parecer, el uso de esta palabra evoca la idea de que los demás temas de oración y el conjunto de los ejercicios son un lugar a donde invita el Señor a ir, donde el Espíritu penetra.

 

Karl Rahnner ha definido la oración como la entrega venerante al tú que nos habla y dispone totalmente de nuestra vida. Es claro que Dios dispone todas las cosas para nuestro bien, pero requiere de nuestra participación. Ignacio está convencido de que el Espíritu del Señor es el gran maestro. Y el Espíritu ora en nosotros aunque no sepamos orar como conviene (Rom 8,26).

 

Sobre mi propia vida personal de oración, ¿cómo oro?, ¿qué valor tiene la oración en mi vida?

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