“CAMBIO DE ÉPOCA Y CRISIS RELIGIOSA”
El objetivo de esta Entrega es participarte algunas inquietudes con el fin de que las reflexiones y converses con personas deseosas de crecer espiritualmente. Tomarás conciencia de aspectos muy importantes, que te servirán para aprender a orar.
Afirman los estudiosos que no estamos en época de cambios, sino en “Cambio de Época”, en la cual entran en crisis todas las instituciones al no responder a las nuevas necesidades de la humanidad. Es un cambio doloroso, impredecible, pero necesario. El momento histórico se convierte en la oportunidad de re-vivir y re-nacer. Ya lo decía el Señor: “Vino nuevo en odres nuevos”.
El fenómeno ya se ha presentado en otras épocas de la historia. Por ejemplo, de una cultura Feudal, se cambió a la Monárquica y luego de la Revolución Francesa, nacen las Repúblicas. Estos cambios afectan todos los niveles sociales, como el personal, familiar y también los diversos sistemas, como el político, religioso, ético, entre otros.
Quienes somos inquietos y queremos desarrollar todas nuestras potencialidades, siendo lo mejor de nosotros mismos, libres para amar y servir, estos momentos se convierten en estupendas oportunidades para aportar aquello que creemos que puede ser útil para el futuro.
No se trata de descalificar lo sucedido anteriormente, ni creer que “todo pasado fue mejor”. Debemos aceptarlo, asumirlo y corregirlo, buscando nuevos rumbos. Descubrir que la tierra era redonda produjo una crisis, pero a la vez fue la oportunidad de crecer y expandirse, con aciertos y grandes desaciertos, por ejemplo, la forma como se desarrolló la colonización en África, oriente y occidente. Así es la historia, muerte y vida.
En la dimensión espiritual y religiosa sucede lo mismo. Fuimos educados en un sistema de creencias y valores, unos muy válidos y otros que no responden a las nuevas inquietudes. Se cumple perfectamente esta afirmación: “Cuando creía saber todas las respuestas, me cambiaron las preguntas”.
No podemos negar que la religión ayudó a nuestra generación a distinguir perfectamente lo bueno y lo malo. Sabíamos cuál era el sentido de nuestra vida; hacíamos opciones perpetuas ya sea en el matrimonio, ya en la vida religiosa. Todo estaba reglamentado y determinado. Si queríamos salvarnos debíamos cumplir con lo exigido por Religión Católica, Apostólica y Romana. Eso era suficiente, carecíamos de alternativas.
El ideal religioso giraba alrededor de un YO imaginario, individualista y puro; hacíamos esfuerzo por conservarlo para estar en paz con un Dios siempre vigilante y exigente, muy parecidos a los papás de aquel tiempo. La norma, ante todo.
Algunos comparan aquella cultura religiosa con viajar en un tren, los vagones iban fijos a los rieles, rumbo a un cielo, que quedaba en el “más allá”. La Santísima Trinidad, lo central de la revelación, se asemejaba al viejito con barbas y bravo, de la capilla Sixtina; Jesús, un señor con una cruz mirando el mundo que lo tocaba con el pie, y al Espíritu Santo, una palomita inofensiva que apaciguaba la escena.
Nos presentaron a Cristo Resucitado, tan lejos de la realidad humana, que cuando queríamos encontrarnos con Él, se hacía inalcanzable. Era un “Dios” tan poderoso que más se parecía a un extraterrestre que a una persona normal. Lo encasillamos en una religión institucionalizada y clericalizada con innumerables reglas y normas éticas, ritos vacíos, costumbres rutinarias, hasta tal punto, que le quitaron el sentido y el verdadero propósito deseado por Jesús, como era su cumplimiento de la voluntad del Padre, la instauración del Reinado del amor “aquí en la tierra, como en el cielo”.
Nos enseñaron a rezar, estuvo muy bien; pero no a orar. Las oraciones y novenarios, se convertían en una multitud de peticiones hechas con el fin de resolver problemas personales. Éramos tan “pedigüeños” que, “el cristianismo se convirtió en una religión de pordioseros y negociantes; te doy para que me des”.
Cuando hacíamos algunas preguntas, nuestras madres decían “Padres tiene la Santa Iglesia” que la entendíamos como el Papa, los obispos, religiosos y monjitas, que eran los intermediarios entre el cielo y la tierra.
Los Sacramentos que son un medio de transformación y compromiso con Jesús vivo y presente en su comunidad (Iglesia), se convirtieron en ritos puntuales, asuntos externos, casi mágicos, para “salvarse”.
Por ejemplo, al bautizarse le daban más importancia al gesto de echar agua al bebé, que al ambiente de amor en el cual debía crecer. Para hacer la Primera Comunión “bastaba” aprenderse de memoria el Catecismo del Padre Astete, S.J. del siglo XVI.
Hacían énfasis en los diez mandamientos, en la pureza sexual, muy poco a la vida comunitaria y a la justicia con los más vulnerables.
La confesión, consistía en enumerar una lista de faltas contra los mandamientos. Si eran pequeñas (Pecado venial), “se borraban” con una o tres Ave Marías y si las faltas eran grandes (Pecado Mortal), la penitencia consistía en rezar tres rosarios e ir a “oír misa” tres o cuatro veces al mes… y YA. El rito se convirtió en un “acto jurídico”. Si moríamos con pecados veniales, nos mandaban al purgatorio para purificarnos con un poco de fuego, pero teníamos a la Virgen del Carmen quien nos sacaba para llevarnos al cielo, o sino acudíamos a las indulgencias plenarias para librarnos de los tormentos. Todos rezábamos por “las benditas almas del purgatorio”.
Si la muerte nos sorprendía con un Pecado Mortal… al infierno, donde estaban los demonios con tridentes que nos picaban por toda la eternidad aquel órgano con el cuál más habíamos pecado. Si moríamos sin bautismo, había un lugar llamado el limbo, donde permanecían los niños que no habían pecado o que habían sido abortados.
El miedo, la amenaza, el castigo eran estrategias para mantener todo en orden y en paz. Teníamos una ética fundamentada en la moral cristiana, al entrar en crisis la religión, nos quedamos sin ética. La corrupción nos invadió. Colombia, anteriormente con un 85% de bautizados se convirtió en uno de los países más corruptos e inequitativos del mundo, tenemos la tercera tasa de homicidio infantil. Cada día asesinamos a dos niños. El respeto por la naturaleza, “La Casa Común”, llamada por el Papa Francisco, y los animales, no estaba en el horizonte de nuestro cuidado; la utilización de los hidrocarburos, la Amazonía, y el mar, con sus peces y ballenas, claman clemencia.
¿Qué nos pasó? Lo que para nosotros era pecado y nos llevaba a la perdición, ahora es lo “común y corriente”. Le quitaron los rieles al tren… ¿Dónde está el cielo? ¿Dónde el bien?
Unos prefieren claudicar o buscar otras propuestas u otras iglesias y, no pocos, se declaran ateos, librepensadores, gnósticos, masones, o indiferentes. Surgen posiciones fundamentalistas, sensibleras y fanáticas. ¿Qué hacer? ¿Cómo evangelizar hoy en día? ¿Cómo formar a las próximas generaciones? La promoción de los Derechos Humanos para fundamentar la ética civil, ¿será la salida? ¿Cómo promover también los Deberes Humanos?
Los adelantos de la exégesis bíblica son un llamado a la re-interpretación de la revelación. A veces algunos sacerdotes las utilizan sin el debido contexto y son motivo también de desconcierto entre los fieles, unos dicen una cosa, otros otra.
Toda aquella propuesta religiosa hecha con muy buena voluntad, cayó como un castillo de naipes. Las espiritualidades orientales, sin jerarquías, fueron la luz para muchos laicos que estaban en búsqueda; lo mismo que las propuestas innumerables de autoayuda pero algunas sólo centradas en el YO. El P. Tonny de Mello, S.J., abrió caminos que influyeron en muchas personas.
Fue necesario la convocatoria del Concilio Vaticano II (1962-1965) que también ha tenido resistencias y ahora el reciente documento “Laudato SI” del Papa Francisco reconocido por creyentes y no creyentes. ¿Cómo aplicarlo?
Obviamente, no todo era malo. Y así como nos preguntamos hoy en día, cómo vivíamos sin celular, también vale la pregunta del cómo resistimos tanto. Y lo más paradójico, reconocer que hay movimientos religiosos que quieren conservar aquella cultura y a quienes quieren cambios, se los tachan de herejes o de comunistas, como ha sucedido con el Papa Francisco, y algunos jesuitas.
Las redes sociales que se han propuesto a atacar a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, le dan más veracidad a lo conocido como los “Evangelios Apócrifos”, es decir, no canónicos, como al Evangelio de Tomás y de Judas, a las novelas “El Código Da Vinci”, “El Caballo de Troya” y a las afirmaciones “científicas” de la National Geografic” que a una interpretación basada en la revelación y el Magisterio de la Iglesia. El cuestionamiento es tan fuerte que el jesuita alemán, propone en uno de sus libros que “Otro Cristianismo es posible”. Sus planteamientos son apasionantes y a largo plazo.
El P. Alberto Parra, S.J., afirma: “Hay un enorme vacío ético entre nosotros. Mientras países laicos como Uruguay, ateos como Suecia, o paganos como Japón, han desarrollado una elevada ética, los colombianos, supuestamente tan cristianos y católicos nos hemos hundido en el mar de las miserias, de la corrupción y la violencia”.
El Papa Francisco puso a Jesús a “callejear”. Impartió el sacramento del matrimonio, mientras viajaba en un avión, cuando fue testigo del amor que se profesaba una pareja de tripulantes, que ya habían completado el trámite necesario para recibir el sacramento. No quiere que Cristo en su Iglesia sea una “aduana” sino una “tienda de campaña” y más en Colombia, en medio de una violencia de más de 50 años. Roger Lenaers dice: “Otro cristianismo es posible”. Deseamos colaborar para que así sea.
Concluyamos:
- Queremos asumir la palabra crisis como una oportunidad privilegiada para COLABORARLE, al Dios revelado en Jesús, en el cumplimiento de la Voluntad de Dios Padre muy presente en nuestra historia, “Aquí-y-Ahora”.
- Creemos que uno de los aportes para el cambio cultural que necesitamos es “El arte de orar, amar y servir al estilo de Jesús”.
- Creemos que la presencia del Dios Trinitario, nunca nos ha abandonado. Después del invierno se aproxima la primavera. Gracias a las investigaciones teológicas, volvemos a la fuente de la revelación, la Biblia. “Lo más original es volver al origen” como está haciendo el Papa Francisco, recuperando a Jesús, quien cuestiona, supera e ilumina toda institución. ¿Estaremos en el momento anunciado por el profeta, “Mirarán al que traspasaron”?
- Queremos en estas Entregas dar una información actualizada y ofrecer sugerencias para el aprendizaje de la oración. Evitaremos dos extremos, la sola información se puede convertir en academia fría (ideología) y la sola experiencia en algo emotivo, sensible, etéreo, fanático, sin puntos de referencia bíblica y carente de una proyección apostólica basada en la justicia.
Entonces ¿quién será ese Jesús que quieres experimentar en la oración, para amarlo y seguirlo en estos tiempos confusos, difíciles y complejos?
Te invito a hacer un rato de oración, preguntándote ¿Quién es realmente Jesús para mí? ¿Cómo lo siento? ¿Qué tiene que ver con mi comportamiento? ¿Qué es lo que más me llama la atención? ¿Por qué quiero saber más de Él? ¿Por qué quiero hacer este curso de oración?”.
Las respuestas, las escribes en tu cuaderno, las comentas con tu Acompañante, para que te facilite la siguiente ENTREGA, cuyo objetivo es observar cómo personas reconocidas y estudiosas presentan hoy a Jesús para conocerlo y amarlo.
Con la presencia del Espíritu Santo, siéntete llamado a convertir la crisis actual en una oportunidad para conocer más a Cristo, presente en tu corazón y encarnado en nuestra historia personal, familiar y social.
P. Julio Jiménez, S.J.
Promotor de la Espiritualidad Ignaciana
CIRE- Bucaramanga
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