· 

El Arte de Orar, Amar y Servir al estilo de Jesús - Entrega 5

Importancia de la Oración Cristiana

Bienvenido a continuar tu proceso de aprendizaje de “El Arte de Orar”. Felicitaciones por pedir la Quinta Entrega en la cual vamos, poco a poco, sumergiéndonos en el arte de “En todo amar y servir” al estilo de Jesús en la forma como lo propone el Maestro Ignacio de Loyola. Así lograremos la felicidad y la paz, tan anheladas por todos.

 

El ser humano tiene dos inclinaciones o tendencias. La primera tendencia es a centrarse en él mismo con el fin de sentir seguridad en su YO. Observemos cómo en un niño, todo gira alrededor de él y llora y grita cuando no se le satisfacen sus necesidades primarias. Cuando ya crece y madura, aparece la segunda tendencia que es salir de él mismo, es la fuerza espiritual, dado que somos seres sociales y desde la revelación bíblica, seres Trinitarios, es decir hechos a su imagen y semejanza. Decíamos que las religiones, tienden a ordenar la fuerza espiritual de acuerdo a sus culturas.

 

La tendencia a centrarse en sí mismo, si no está bien ordenada, puede llevar a la persona a creer que es la única en el mundo. Toda su energía la conduce hacia su EGO, aun aquella que está hecha para salir de sí, como es la fuerza espiritual. Esa es la gran tentación de “Adán y Eva” y de todo ser humano, ser como dios, pero sin el Dios revelado en Jesús.

 

Por ello vimos necesario que, en la Primera Entrega del “Arte de orar, amar y servir”, abordáramos el tema de las imágenes distorsionadas de Dios, creadas por nosotros. De ahí nuestra afirmación, “Dime qué imagen de Dios tienes y te diré quién eres”. Elaboramos un diagnóstico y tomamos conciencia del influjo de nuestros educadores.

 

En la Segunda Entrega abordamos un tema muy actual, el cambio de época en el cual nos encontramos y la crisis en la cual se encuentran todas las instituciones, incluyendo la religión. Ya no se comprende el sentido dado a los Sacramentos ni a muchas verdades que se consideraban absolutas.

 

En la Tercera Entrega tomamos conciencia de esa tensión entre “Espiritualidad” y “Religión” y cómo la dimensión espiritual posibilita el propósito de trascender, es decir, de ir más allá de sí mismo.

 

Decíamos que la religión mal orientada propicia creer en dioses etéreos, intangibles y poco comprometidos como son la justicia y la ética. En su momento concluimos que, la espiritualidad y la religión, no se contradicen; mutuamente se necesitan.

 

En la Cuarta Entrega hicimos una presentación de Jesús de Nazaret quien cuestionó, hasta sus últimas consecuencias, la religión de su tiempo, revelándonos un Dios misericordioso especialmente con los más vulnerables como era la mujer. Así cumplió su voluntad y su actitud lo llevó a una muerte cruenta. Sin embargo, su Padre no lo abandonó, y lo resucitó, para decirnos que la muerte, no tienen la última palabra.

 

Por una gracia especial, creemos que además de ser Jesús de Nazareth la imagen y semejanza perfecta de Dios, nos llama a colaborarle con su Proyecto de amor.

 

Teniendo como punto de referencia a algunos investigadores, concluíamos, que la religión cristiana debe tener siempre como único punto de referencia al Señor Jesús, en la forma como lo revela el Nuevo Testamento.

 

El objetivo de esta Quinta Entrega es dar una primera explicación de uno de los medios indispensables para desarrollar una auténtica espiritualidad, la oración.

 

Así como tenemos imágenes distorsionadas de Dios, también existen formas inadecuadas de orar, que quizá no hemos hecho conscientes. Por ejemplo, muchas veces nos preocupamos tanto por unirnos a nuestro Dios según nuestros intereses, que nos olvidamos de los demás y, otras veces, nos absorben tanto los diversos quehaceres de la vida que dejamos a un lado la propuesta del Dios revelado en Jesús.

 

La verdadera relación con Dios, creemos los cristianos, nos debe llevar a unirnos dignamente con las personas y, a la vez, la verdadera relación con la creación, nos lleva a unirnos con el Dios del Nuevo Testamento, muy distinto, en algunas cosas, al del Antiguo, en el cual nos insistieron tanto.

 

Dice Emilio Mazariegos, “Dios está con nosotros y es tan nosotros que nosotros somos Él. Descubrir esta realidad es haber dado con el sentido de la vida… Cuanto más Él, más yo; y cuanto más yo, más Él. Ese es el misterio de Dios en el hombre, misterio que hace vivir sin aburrimiento, sin flojera y con sentido” (Cf. “Baja a tu corazón”). Así evitamos la separación entre Dios y el hombre. Jesús- el-Cristo, Jesucristo, es el punto de unión de lo divino en lo humano y lo humano en lo divino. Después de la Encarnación, ya no puede existir separación alguna. Superamos definitivamente el dualismo en el cual fuimos educados.

 

¿Cuál es el camino para experimentar el nuevo escenario? La oración al estilo del Maestro Jesús quien con su vida, muerte y resurrección nos enseñó “El arte de orar, amar y servir” y así lograr el propósito de nuestra vida.

 

Si la oración es un “arte”, es necesario que, además de estar motivados, pongamos todo nuestro empeño para aprender a orar. Todo artista necesita paciencia, tiempo, ensayos, repeticiones, corrección de errores, constancia y optimismo para conquistar su objetivo. Poco a poco iremos comprendiendo que el Espíritu de Dios (verdadero orante) va haciendo su obra en nosotros, es decir, nos va introduciendo en la vida de Dios para que cumplamos su voluntad, la instauración de su reinado de amor “aquí en la tierra como en el cielo”.

 

Antes de seguir adelante, responde en tu cuaderno ¿Qué es orar y cómo oras? ¿Hay diferencia entre rezar y orar? ¿Cuál?

 

Enseguida enriquece tu respuesta con las siguientes afirmaciones:

  • Orar es guardar silencio para escuchar a Dios que me habla por medio de la voz de mi conciencia con el fin de responder a su voluntad.
  • Orar es agradecer a Dios tantos beneficios recibidos.
  • Orar es pedirle perdón por los pecados cometidos.
  • Orar es dirigirle peticiones a Dios de acuerdo con nuestras necesidades.
  • Orar es alabar a Dios por sus maravillas especialmente por su amor.
  • Orar es colaborar con la acción creadora que Dios hace en mí cuando me impulsa a amar y servir a los demás.
  • Orar es quitar impedimentos a la acción creadora de Dios para colaborarle en su acción salvadora.
  • Orar es tomar conciencia de su presencia activa en mí para colaborarle en lo que Él ya está haciendo a través mío. Orar no es unirse con Dios, esto es imposible, porque Él ya está unido a nosotros.
  • Es interpretar mi vida con ojos de Misericordia, como lo hizo el Padre que recibió a su hijo pródigo con un abrazo e hizo una fiesta por su regreso.

San Pablo nos manifiesta al verdadero orante y afirma: “El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Porque no sabemos orar como es debido, pero el Espíritu mismo ruega a Dios por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina lo corazones, sabe qué es lo que el Espíritu quiere decir, porque el Espíritu ruega, conforma a la voluntad de Dios, por los que le pertenecen” (Romanos 8, 26-27).

 

Es el Espíritu Santo quien va transformando lentamente nuestro corazón. En la medida en que quitamos impedimentos egocéntricos va apareciendo un cambio interior, nuestra voluntad trata de acomodarse a la voluntad de Dios, nuestro Padre Maternal.

 

¿Cómo sé que mi oración es verdadera? Si experimentamos en nuestra vida cotidiana los frutos del Espíritu como son “caridad, alegría y paz; comprensión de los demás, bondad y confianza; mansedumbre y dominio de sí mismo” (Gálatas 5,22).

 

La oración cristiana se convierte en un instrumento eficaz e indispensable para transformar el corazón, la propia historia, y así transformar la sociedad. Este es nuestro aporte “político”. ¿Será importante aprender el “Arte de Orar, Amar y Servir”? Colombia y los diversos países latinoamericanos, ¿no estarán necesitando de ciudadanos íntegros que aporten justicia de donde brota la paz verdadera?

 

Aprender a orar es como aprender otro idioma, “el idioma del amor” que nunca podremos dominar suficientemente, ya que el amor no tiene límites. Y lo primero que necesitamos es experimentar el amor de Dios-Padre. Aunque el proceso dura toda la vida, los primeros momentos estarán dedicados al aprendizaje. Lo único que requieres es fe, generosidad, paciencia, apertura a la gracia divina. Lo demás vendrá por añadidura.

 

Conversa o escríbele a tu Acompañante y pide la sexta entrega y así continuar con tu proceso.

 

 

P. Julio Jiménez, S.J.

Promotor de la Espiritualidad Ignaciana 

CIRE- Bucaramanga


Escribir comentario

Comentarios: 0