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El Arte de Orar, Amar y Servir al estilo de Jesús - Entrega 11

MODOS DE ORAR

Dificultades en el aprendizaje de la oración cristiana

Bienvenido a continuar tu proceso, superando distintas situaciones y conquistando nuevos horizontes. San Pablo en momentos de crisis, hacía esta reflexión: “Si Dios está con nosotros, nadie podrá estar contra nosotros… ¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, las dificultades, la persecución, el hambre, la falta de ropa, el peligro, la muerte? … Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios, ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús Señor nuestro” (Cfr. Romanos 8, 31 – 39). 

 

En las próximas ENTREGAS observarás la originalidad del Espíritu de Cristo en ti. Él es fecundo, creativo, genial y unificador. A cada persona se le manifiesta en forma diferente, pero hay un común denominador que aglutina a todos, el amor.

 

Los que creemos en Cristo, según la comparación de San Pablo, nos parecemos al cuerpo humano que es uno y tiene muchas partes y todas sus partes, aún siendo muchas, forman un solo cuerpo, así también Cristo. Todos nosotros, ya seamos mayores de edad, jóvenes, hombres, mujeres, todos hemos sido sumergidos, bautizados, en un mismo Espíritu, para formar un único cuerpo. Y a todos se nos ha dado a beber del único Espíritu. Dios ha puesto cada parte del cuerpo como ha querido. “Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común” (Cfr. Corintios 12).

 

Y aquí te hago una pregunta: ¿sabes qué don, regalo o cualidad te ha dado el Espíritu Santo para el bien de nuestra Iglesia? ¿Qué servicio prestas a la comunidad? ¿Cuál es tu función en la sociedad? ¿Lo intuyes? ¿Quisieras saberlo? A través de la oración podrás ir respondiendo a estas preguntas.

 

Para que puedas realizar este descubrimiento, observemos cómo ora el Espíritu de Dios. Son tantos dones, como personas existen en el mundo. Cada quien tiene su ritmo, su gusto, su dificultad. Y ahí está precisamente su originalidad. Él es el verdadero orante que necesita solamente de nuestra colaboración fundamentada en la fe, el amor, la esperanza y la libertad.

 

Puedes observar, aquello que has ido practicando, el Saber Comenzar y enseguida la explicación de algunas formas de orar.

 

El signo de interrogación, lo responderemos más adelante. ¡¡ Es una sorpresa!!

 

 

Explicaremos las formas más comunes de ejercitarte en la oración. Unas te serán conocidas, otras no tanto. Si quieres, después de leerlas, desarrolla el ejercicio y observa cómo el Señor te va inspirando, déjate llevar. Sería provechoso que subrayes aquellas cosas que más te llamen la atención.

 

1. ORACIÓN DE PETICIÓN O DE SÚPLICA.

Ten fe en aquellas palabras de Jesús: “Pidan y les darán, busquen y hallarán, toquen a la puerta y les abrirán. Porque todo el que pide recibe, el que busca halla, y al que llame a la puerta se le abrirá… El Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan” (Lucas 11, 9-13).

 

Entonces, confiando en la Palabra de Dios, di con fervor tu oración de petición de acuerdo con tus necesidades personales, familiares y sociales.

 

Puedes terminar con las mismas peticiones que hizo Jesús: “Padre, venga tu Reinado de amor; hágase tu Voluntad…Perdona nuestras ofensas; no nos dejes caer en la tentación; líbranos del mal” (Cf. Lucas 11, 1-4). También puedes rezar un Ave María.

 

Recuerda los primeros consejos que te di al iniciar el curso: si sientes gusto interno y paz cuando practicas alguna parte de la oración, por favor, no sigas adelante. Quédate ahí. Toda ansiedad o tensión por seguir adelante, es perjudicial.

 

Si quieres unirte a la oración que la Iglesia dirige a Dios por medio de los salmos, puedes acudir a ellos. Casi una tercera parte del libro de los Salmos es una práctica de “EL ARTE DE ORAR, AMAR Y SERVIR”.

 

Te explicaré brevemente un salmo de petición, para que comprendas la riqueza con que se dirige el hombre a Dios cuando se deja inspirar por el Espíritu.

 

  • Abre tu Biblia en el Salmo 22 que comienza diciendo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Este salmo tiene la importancia de que fue entonado por el mismo Jesús en la Cruz. Puedes unirte a sus sentimientos de angustia, de soledad, abandono, desconfianza, entre otros.
  • Si tu oración se centra en este salmo, no lo leas rápidamente. Debes ir pronunciando lentamente cada una de sus palabras. Si tienes facilidad de imaginarte frente a la Cruz, viendo a Jesús rezar esta oración, puedes hacerlo. Ora con Él. Déjate llevar por las inspiraciones que sientes… Si más bien deseas verte tú en la cruz repitiendo las mismas palabras de Jesús, también puedes hacerlo.
  • Cuando en tu vida corriente, algo te llama la atención por su belleza, armonía o bondad, no te cansas de volver a mirar aquello que te atrae. Ante un paisaje, una noche estrellada, una melodía o una persona, puedes sentir gozo interno. Tu corazón vibra o late más fuerte. Quieres repetir esa experiencia una y otra vez.
  • Pues bien, al leer un salmo puedes saborear internamente esas palabras llenas de dolor: “Dios mío… Dios mío… ¿Por qué me has abandonado? Repítelo lentamente de acuerdo a las inspiraciones que el Señor te dé en ese momento. Después de una pausa puedes continuar: “Dios mío… de día te grito, y no respondes; de noche, ¡y no me haces caso!”. Frente a este versículo puedes hacer lo mismo que hiciste anteriormente.
  • Si observas bien el salmo, del versículo 2 al 22, puedes ver que hay una expresión de súplica intensa, de alguien que se siente abandonado aún por el mismo Dios. En el versículo 23 comienza un himno de acción de gracias que se prolonga hasta el final. Los dos sentimientos que experimenta el salmista son, la soledad fría de la existencia y la esperanza en Dios; la ausencia de su Padre Dios y el deseo de encontrarlo; la súplica y la acción de gracias.
  • En los versículos 4 – 6, el salmista deja por un instante sus preocupaciones del presente y mira el pasado para fundamentar allí su confianza, y ese es el secreto, pues un creyente verdadero, cuando se oscurece el presente o el futuro, mira al pasado y ahí encuentra la fuerza del Señor. Reconoce que Dios siempre ha estado con su pueblo, como una luz en la oscuridad y, por eso, deposita toda su confianza en Él.
  • Los versículos 6 – 9 comienzan con una expresión: “Pero yo soy un gusano”. La poesía religiosa concentra de nuevo la atención en la desgracia presente y contrasta más su situación ante la comparación con sus padres. Luego, se asimila a un gusano, dando a entender que ha perdido su dignidad humana. A esto se suma la burla de los enemigos que ridiculizan con ironía la confianza que Él puso en Dios.
  • Los versículos 10 – 12 vuelven a recordar su pasado. Reconoce que Dios estuvo presente por medio de los cuidados de su misma madre. Este hombre angustiado quiere de todas maneras experimentar de nuevo esa solidaridad que siempre le ha manifestado su Dios.
  • El versículo 12 hace una súplica, una petición más: “No te quedes lejos”, como diciéndole a Dios: si tu estuvieras cercano, el peligro estaría lejos. Reconoce en Dios la esperanza, la firmeza y el auxilio.
  •  Los versículos 13 – 19 vuelven de nuevo a la consideración de su miseria con imágenes más fuertes. Se imagina víctima y presa de animales feroces. Hace pasar el dolor a varias partes de su cuerpo: los huesos, el corazón, la garganta, el paladar, la lengua, las entrañas, las manos y los pies. Realmente es un hombre atribulado en todos los miembros y rincones de su ser.
  • Pero, a pesar de todo, este hombre no se deja derrotar. En los versículos 20 – 22 supera con mayor fuerza su angustia y le dice a Dios: “¡fuerza mía! Ven corriendo a ayudarme”. Reconoce que él no es nada, pero Dios es su vigor; la nada del salmista empieza  a desaparecer y queda la positividad  del poder de Dios, manifestada en la liberación de sus males y, en definitiva, en la salvación que busca. Realmente la fe del salmista en el amor de Dios hacia él es una fe radical.
  • Con el versículo 23 comienza una acción de gracias que el poeta promete manifestar en el momento de encuentro con Dios en la asamblea actual. El salmista ha pasado de la súplica a la acción de gracias y a la alabanza; de la muerte y la soledad, a la vida.
  • Los versículos 24 – 32 son expresiones de acción de gracias, alabanza y glorificación de Dios. Notamos que la oración de acción de gracias unifica armónicamente el pasado, el presente y el futuro, abre el horizonte de la esperanza y de la vida.

Si quieres continuar ejercitándote mediante estos salmos, puedes buscar en la Biblia los siguientes:

 

a. Súplicas comunitarias: Salmos 44 (43), 74 (73), 79(78), 80(79), 83(82), 137(136)

 

b. Súplicas personales: Salmos 3, 5, 7, 13 (12), 17(16), 22 (21), 25 (24), 26 (25), 27 (26).

 

c. Súplicas y acción de gracias: Salmos 6, 22 (21), 28 (27), 30 (29), 31(30), 41(40), 54 (55).

 

Recuerda: La oración personal en la Biblia no es individualista. Aunque la realiza una persona, ella es consciente de que su arte de orar se hace gracias a que pertenece a una comunidad. Nadie se salva solo. Somos trinitarios, unidos en la diversidad.

 

Tú también puedes inventarte tu salmo durante la oración. Escríbelo, guárdalo, quiérelo, pues allí está la inspiración que el mismo Espíritu Santo realiza en tu corazón.

 

2. ORACIÓN DE AGRADECIMIENTO

Cuando en tu vida corriente algo te llama la atención por su belleza, armonía o bondad, vuelves a mirar aquello que te atrae y sientes gozo interno. Tu corazón late más fuerte. Es el fruto de un don que debemos pedir, el asombro, virtud propia de los niños. Por alguna razón Jesús los puso como ejemplo. Si queremos experimentar el amor de Dios asombrémonos cuando oramos.

 

Observa una oración de acción de gracias hecha por Jesús: “Te doy gracias Padre, Señor del cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor” (Mateo 11, 25-30).

 

Tu oración no puede centrarse sólo en la petición. Esta actitud conlleva el peligro de permanecer en un nivel muy infantil en tus relaciones con Dios, o puede convertirse en una relación “interesada”.

 

Algunas veces, los niños en su relación con los demás se reducen a pedir y pedir. La mamá le enseña a agradecer diciéndole: ¿Qué se dice mijito? GRACIAS… La oración que se convierte exclusivamente en un medio de obtener favores de Dios, revela que el orante tiene una imagen de un Dios padre bonachón y complaciente, lo que corresponde a una etapa infantil de la fe. Madurar implica dar un paso hacia el agradecimiento. Dime cómo oras y te diré quién eres.

 

Entonces, asómbrate y agradécele al Señor por los innumerables beneficios que recibes a diario: la vida, la fe, el amor, el deseo de servir a los demás, la salud, las capacidades intelectuales, el sentirte llamado a vivir en gracia, entre otros, y, sobre todo, agradécele el don por excelencia, Jesús, en quien has recibido toda clase de beneficios. La gratitud es el principio de la conversión, ya que se convierte en un medio excelente para salir de ti mismo.

 

Puedes acudir a los siguientes Salmos de agradecimiento a nivel personal y comunitario:

 

a. Los salmos de tipo personal: 9, 0 (39), 92(91), 103 (102), 116 (115), 138 (137)

 

b. Los salmos comunitarios: 66 (65), 67(66), 124(123), 129 (128).

 

¿Quieres hacer un ejercicio práctico? Inventa tu salmo de acción de gracias.

 

3. ORACIÓN DE ALABANZA

Es difícil establecer una diferencia total entre los salmos de acción de gracias y los de alabanza, pues el acto de “dar gracias” se hace muchas veces equivalente al de “alabar”.

 

Estos salmos también tienen su orden. Primero una introducción, luego la enumeración de los motivos de la alabanza, y se finaliza con una conclusión.

 

Los salmos comienzan con una gran variedad de motivaciones: “alaben”, “canten”, “den gracias”, “bendigan“… y se invita a grupos, designándolas con los nombres de: “coros del templo”, “siervos de Yahvé”, “hijos de Jacob”, entre otros. A Dios se lo llama: “Yahvé”, “Señor”, “Altísimo”, entre otros.

 

Observa el salmo 29(28): Tiene introducción (v.1 – 2); una enumeración de los motivos de la alabanza (v 3 – 9) y una conclusión (v 10 – 11).

  • En la introducción se invita a la comunidad que está haciendo su culto a alabar la gloria y el poder de Yahvé.
  • Después de la introducción se enumeran los motivos de la alabanza a Dios. Es la parte central del salmo. Generalmente se alaba a Dios por cuatro motivos:
    • Por las cualidades que Él tiene, grandeza, fidelidad, justicia, santidad, misericordia, gloria, palabra eficaz.
    •  Por lo que suele hacer, ayudar a los humildes, a los pobres, proteger a los huérfanos y a las viudas, hacer justicia a los oprimidos, dar pan a los necesitados, perdonar a los arrepentidos de corazón.
    • Por la creación y las obras de la naturaleza, reconocer que Dios es el hacedor del cielo y la tierra, es el Señor, es decir, el dueño de las lluvias y de los vientos.
    • Y, sobre todo, se le alaba por las intervenciones que Dios ha tenido en la historia de su Pueblo; elegir a Israel como pueblo suyo, redimirlo, manifestar en él su voluntad y su ley, darle una tierra, congregarlo…
  • El salmo 29 (28), en su parte central, toma como punto de partida un fenómeno natural: la tempestad. El poeta describe el proceder de la tormenta en tres puntos geográficos y sucesivos: el mar, la montaña del Líbano y el desierto. Pero la tempestad es sólo un pretexto para describir lo que ve, escucha y admira. Y es la imponente majestad de Dios, que la relaciona con la voz de Yahvé, utilizando la imagen de una fuerte tempestad.
  • Al final del versículo 9 se abandona la descripción de la tempestad en el desierto y en las selvas, y se concentra la atención en algo que acaece en el templo: “Un grito unánime: ¡GLORIA!”. Esto significa que la asamblea de los fieles se reúne a reconocer la grandeza de su Dios.
  • El salmo tiene su conclusión: entronizar a su Dios, es decir, proclamar que Dios está por encima de la tempestad, reconocer que Él es más grande que el mar y que su reino es eterno. En un primer momento parece colocar a Dios fuera del mundo, pero el verso 11 coloca a Dios como la fuerza interna de su pueblo. Él es quien ha querido ser la fuente de bendiciones de su pueblo. Él es quien hace participar a su pueblo de sus cualidades divinas por medio de la PAZ. La paz, don que encierra todos los bienes que pueden dar firmeza al hombre y hacerlo dichoso, es un fruto de ese reino eterno de Dios.

Debes comprender que “La fe no quita el dolor, pero sí le da sentido”. El sufrimiento, aún la misma muerte, propios del existir, se pueden integrar en la oración de alabanza y en la acción de gracias.

 

En un libro de Mandalas, aparece la siguiente afirmación: “Soportar tus circunstancias valientemente incluso agradeciéndome por ellas, es una de las más altas formas de alabanza. Este sacrificio de acción de gracias hace sonar campanas de alegría en tonos dorados en los reinos celestiales”.

 

Y en un artículo del P. Darío Molla, S.J., llamado “La Espiritualidad Ignaciana como ayuda en la dificultad”, concluía: “La dificultad es la posibilidad de abrirnos a la comunión con Cristo, muerto y resucitado, y allí encontrarnos con la gracia más honda de Dios para vivir evangélicamente la dificultad” (Cf. Revistas EIDES No. 67). Lo comprenderás cuando realices tus Ejercicios Espirituales Personalizados de San Ignacio. Si has llegado a esta ENTREGA, creo que ya estás en capacidad de realizarlos.

 

Si quieres ejercitarte en oraciones de alabanza, puedes hacerlo con los siguientes salmos: 8, 19 (18), 29 (28), 33(32), 65 (64), 100 (99), 113 (112), 135 (134), 136(135),

150(149).

 

Si sientes el deseo de crear tu salmo de alabanza, hazlo. El Espíritu vendrá en tu ayuda…

 

4. ORACIÓN CONTEMPLATIVA: “ESCUCHAR” Y “VER” PARA RESPONDER

La forma como nos comunicamos con el mundo exterior es a través de los cinco sentidos: ver, oler, oír, palpar y gustar. En la Biblia, adquieren significados especiales: los “oídos interiores”, son el medio para escuchar las llamadas de Dios. En el evangelio aparecen muchos “ciegos”, como Bartimeo, que después de experimentar el amor de Jesús y “ver” las maravillas de su misericordia, lo siguen; “mudos” que terminan alabando al Señor y una mujer que “toca” el solo manto de Jesús, quedó sana.

 

 

El P. Omar França, S.J., en su libro “Ejercicios Espirituales para Adultos” dice que, “El objetivo de esta oración es ponerte en la escena como si fueras uno más de los personajes que forman un relato.

 

Pasos para una Oración Contemplativa:

  1. “Mirar” con la imaginación las referencias geográficas que se mencionan en el texto, si es una llanura, o montaña, o mar; si hay verde o es desierto; si hay casas, aldeas.
  2.  “Sentir” imaginativamente si hace frío o calor, si hay humedad o sequedad…
  3. “Oír” imaginativamente los posibles ruidos, voces, risas, llantos, gritos.
  4.  “Olfatear” imaginativamente “el olor” del mar… o de las uvas… o los alimentos”.

En la Biblia tienes varios ejemplos de esta forma de oración cristiana. En primer lugar, una oración realizada por María.

 

Para que puedas ubicarte en este tipo de oración cristiana, lee detenidamente el pasaje que trae Lucas en el capítulo 2, versículos 41 – 52. Sitúate en el corazón de María y José. Observa los rostros de extrañeza en estos tres personajes. Su diálogo, sus miradas, el reclamo amoroso de una madre descorazonada, la respuesta desconcertante de su hijo y la comprensión de sus palabras.

 

Trata de meterte en escena con tus sentidos interiores y te identificas con los sentimientos de María quien, con su autoridad de mamá, le dijo, “Hijo mío ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia”. Asume sus sentimientos y continúa hablándole a Jesús de tu situación existencial. Desahógate y espera su respuesta. Si no hay ninguna, haz lo de María que “guardaba todo ello en su corazón”. Más tarde, verás los resultados.

 

Esta es una forma de “escuchar” y de “ver” con el corazón y así realizar una oración cristiana. Cuando no comprendas lo que Dios te quiere decir con sus acontecimientos históricos, cuando todo se oscurezca y se te pierda Jesús por más de tres días, cuando Él te lleve por caminos que tú no entiendas, entonces dile con María: “¿Por qué te portas así conmigo? Mira con qué angustia te busco…” y a pesar de que no entiendas su respuesta, conserva en tu corazón, el recuerdo de todo aquello, al estilo de María. No te desesperes, ama el silencio de tu noche, ella es necesaria para que caiga el rocío de la mañana.

 

Precisamente hay un canto Mariano que expresa esta paradójica realidad:

 

“Madre de todos los hombres,

enséñanos a decir AMÉN.

 

Cuando la noche se acerca

y se oscurece la fe, Madre…

 

Cuando el dolor nos oprime

y la ilusión ya no brilla, Madre…

 

Cuando aparece la luz

y nos sentimos felices, Madre…

 

Pero, mucha atención: no solamente te quedes viendo tu historia. Abre un poco más tus ojos y tus oídos, extiende tus manos y desplázate con tus pies, deja que todo tu cuerpo se impregne de la Palabra de Dios encarnada en la historia que te rodea. La historia de tu hogar, de tus familiares, amigos y vecinos, de tu ciudad y de tu país; la historia de los marginados, de los pobres oprimidos. ¿Qué te dice todo aquello? Esa historia también significa. Ahí también habla Dios, esos son los gritos de su Espíritu, los signos de los tiempos que piden oídos y manos cristianas dispuestas a dar una respuesta.

 

Si crees que colaboras a que el Reino de paz y justicia sean una realidad en la tierra, agradécele a Dios. Cuando comiences a hacer tu discernimiento  cristiano,  irás encontrando con mayor facilidad aquella respuesta concreta de lo que puedes ofrecer a Dios en tu historia.

 

5. ORACIÓN DE REPETICIÓN

Además del amor y de la libertad para orar cristianamente, la oración de repetición requiere el don de la Sabiduría, que consiste en “sentir y gustar” la presencia del acontecer amoroso de Dios en nosotros, punto de partida del Discernimiento Ignaciano.

 

  • El rosario es una de las formas bellas para orar. Todavía hoy, a pesar del fuerte influjo de la TV, el celular con sus redes sociales y del ruido, muchos cristianos continúan con este patrimonio Mariano, al entregarle 50 rosas a María, madre de la Iglesia. Tú también puedes experimentarlo. Haz el intento. Quizás en un comienzo se te dificulte. Lo valioso cuesta y, a lo mejor, es otra forma de ejercitar tu arte de orar.

El ejercicio es muy sencillo. Se trata de contemplar los principales misterios de la vida de Cristo. Se los ha dividido en cuatro categorías, los misterios Gozosos, Dolorosos, Gloriosos y Luminosos.

 

La persona o la comunidad que realiza esta forma de orar, contempla cada misterio de salvación. El repetir continuo de estas oraciones de alabanza, de súplica y peticiones, despierta en la persona un deseo y un fervor religioso manifestado en la unión con Dios a través de esta sencilla oración comunitaria. Con razón se ha dicho del Rosario: “Familia que reza unida, permanece unida”.

 

El rosario es una forma de oración que necesita, además de humildad, un grado de unión muy grande con Jesús y María. Quizá por la carencia de estas virtudes o por la aparente ineficacia de esta forma de oración, cada vez va disminuyendo su ejercicio. Bueno, no hay que olvidar que las distracciones que presenta la civilización técnica del consumo no siempre están a favor de un desarrollo integral de la persona.

 

Actualmente se ha querido enriquecer esta devoción mariana de muchas maneras. Por ejemplo, los rosarios bíblicos, en donde antes de cada misterio, se hacen las lecturas correspondientes al misterio; el Rosario cantado, en el cual después de cada decena del Misterio contemplado, se canta a la Virgen. Otros prefieren simplificar el rosario a sólo diez Ave Marías, especialmente para los niños.

 

Sería bueno que alguna vez, ya sea de una manera individual, ya comunitaria, trates de encontrarle sentido a este tipo de oración que es valiosa. Si acaso trabajas en un medio campesino, es indispensable que experimentes la oración de los pobres.

  • Pero el rosario no es la única forma cristiana de hacer una oración de repetición. En los salmos encontramos uno que puede satisfacer tu inquietud de hacer esta forma de oración. Lee despacio el Salmo 136 (135). Además de ser un salmo de acción de gracias, el salmista va resumiendo la historia de salvación que ha realizado Yahvé con su pueblo. Esa historia está fundamentada exclusivamente en la fuerza del amor y de la misericordia de Dios para con su pueblo. Y es por eso por lo que a cada acontecimiento va repitiendo esa hermosa realidad, “Porque es eterno su amor”.

Por tu parte, puedes contemplar ese salmo de repetición agregándole aspectos de tu historia personal. Te darás cuenta de que también en tu proceso de vida está presente la ternura de Dios. Saborea una y otra vez esos grandes encuentros que Dios ha tenido contigo. Repítelos con frecuencia en tu imaginación, ellos te ayudarán en los momentos de oscuridad.

  • Hay cantos populares que, con sus estribillos, son también formidables oraciones de repetición. Expresan toda una actitud de búsqueda y amor a Dios.
  • Las jaculatorias también son útiles para hacer una excelente oración. Hay infinidad de frases que sintetizan una serie de aspiraciones del hombre en sus relaciones consigo mismo y con Dios. Por ejemplo, “Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío”. No tengas temor en completarla, diciendo, “Sagrado Corazón de Jesús, confía en mi”. San Ignacio decía: “Orar como si todo dependiera de Dios y obrar como si todo dependiera de ti”.
  • Las letanías enumeran el nombre de los santos que se han dejado llevar del amor de Dios en bien de los demás. Y la comunidad responde “Ruega por nosotros”.
  • Los cantos con sus estribillos son también formidables para hacer una oración de repetición. Cuántas veces se te graban melodías de canciones que satisfacen tus sentimientos. Pues bien, también hay cantos religiosos que expresan toda una actitud de búsqueda y amor a Dios.

La oración de repetición es muy útil para hacer mientras caminas, mientras vas en el autobús, mientras esperas en una fila. Para ejercitar la oración no se necesita hacer muchas cosas. Más bien se trata de que las pequeñas cosas las realices bien. Tu espíritu no se satisface por la cantidad de experiencias y de ejercicios que hagas, sino por la calidad de ellas manifestada muchas veces en la humildad y la sencillez.

 

Muchas personas tienen la costumbre de subrayar versículos de la Biblia que, por algún motivo, les han impactado. Seguramente ahí se está expresando muy claramente la presencia de Dios que lleva a reconocer una y otra vez su obra de salvación.

 

Si quieres continuar, espera la siguiente Entrega.  ¡Adelante!

 

 

P. Julio Jiménez, S.J.

Promotor de la Espiritualidad Ignaciana 

CIRE- Bucaramanga


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