Autoridad legítima

Columna Franciso de Roux en el Colombiano

 

El texto del Evangelio de hoy es sobre la legitimidad del líder. Este puede ser el padre o la madre en la familia, la maestra en la escuela, el rector en la universidad, el gerente en la empresa; la religiosa, el sacerdote o el obispo en la diócesis, el presidente o el jefe de la oposición en una nación.

 

La legitimidad es una cualidad que reconocen en la persona los hijos, los alumnos, los empleados, los ciudadanos, los miembros de la comunidad. La persona tiene legitimidad cuando es y obra de acuerdo con las responsabilidades de su misión. Los niños normalmente aceptan la legitimidad del jefe del hogar, pero si el papá abusa de la mamá o llega borracho a la casa, dejan de respetarlo. Igual le ocurre a todo gerente o a cualquier párroco.

Y si los miembros de la familia, de la empresa o de la comunidad ven que la persona ha perdido legitimidad, no le conceden ninguna autoridad.

 

En el Evangelio Jesús pone una condición para poder tener legitimidad y autoridad. “Yo soy la puerta del redil de las ovejas”, dice. “Al que entra por esta puerta las ovejas le reconocen, porque identifican su voz y le siguen”. Esta vez Jesús no es el pastor sino la puerta del rebaño. El pastor es la mamá o el papá, o el líder educativo, social, religioso y político. Y para que este líder tenga autoridad y legitimidad tiene que pasar por la puerta que es Jesús.

 

Y a quien pretende ser cabeza de una familia, de una organización o de una cuidad o país, sin pasar por esa puerta, Jesús le advierte que las ovejas no le seguirán, que tarde o temprano no reconocerán su voz, pues por no haber pasado por esta puerta no tiene legitimidad ni autoridad. Las palabras del Señor son duras: esa persona no es legítima, no es el pastor, es ladrón.

 

La puerta es Jesús. Toda mujer y todo hombre puede libremente atravesar o no esa puerta. Si lo hace quiere decir que acepta las condiciones de Jesús: renuncia al egoísmo, y se deja conducir por el Espíritu que lo lleva a la compasión con el que sufre, a la solidaridad, el servicio y el perdón. Mujeres y hombres así hacen felices a las familias, a la sociedad, al país.

 

Los que no entran por esta puerta son líderes falsos, padres que llenan de confusión a las familias, ministros religiosos no confiables para las comunidades, dirigentes públicos que manipulan a la gente y hacen de los valores sagrados y gratuitos de la paz y de la vida un motivo de controversia política para ganar votos, conseguir poder, dinero o premios.

 

Para quienes nunca leen el Evangelio basta decirles que esta puerta de Jesús es la opción por el respeto al ser humano de manera integral, es la decisión noble de amar los demás y construir comunidad y empezar por respetar primero a los que torpemente hemos excluido. Y es la determinación de cuidar de la vida y la naturaleza.


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