¿Cómo iluminar el camino de la vida?

 Autor: Jorge Humberto Peláez S.J.

 

Lecturas:

  • Profeta Isaías 58, 7-10
  • I Carta de san Pablo a los Corintios 2, 1-5
  • Mateo 5, 13-16

En este domingo, las lecturas tienen un hilo conductor, que es el símbolo de la luz. Como lo hemos explicado anteriormente, el binomio tinieblas – luz, es un tema recurrente en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. Las tinieblas hacen referencia al pecado y a la negación de Dios; la luz, por el contrario, simboliza la presencia de Dios y el deseo de hacer su voluntad.

Los invito a que, llevados de la mano de este evocador símbolo de la luz, vayamos recorriendo los textos bíblicos que nos propone la liturgia dominical.

 

Empecemos por el profeta Isaías, que utiliza el símbolo de la luz para referirse a dos situaciones diferentes: la primera  está en relación con el mundo interior e íntimo de las personas; la segunda tiene que ver con el tejido social:

  • Empecemos por el símbolo de la luz en relación con la intimidad de las personas. Escuchemos con atención las palabras del profeta: “Esto dice el Señor: Comparte tu pan con el hambriento, abre tu casa al pobre sin techo, viste al desnudo y no des la espalda a tu propio hermano. Entonces surgirá tu luz como la aurora y cicatrizarán de prisa tus heridas”.
  • El profeta Isaías expresa, desde la sabiduría oriental, algo que han redescubierto los psicólogos de nuestra época: la mejor medicina para curar la melancolía interior y para superar las tristezas que nos producen las pérdidas que vamos experimentando en la vida, es salir de nuestro pequeño mundo interior, en el que nos estamos asfixiando, para abrirnos a los demás y servirlos en sus necesidades. Cuando tendemos nuestras manos a los que sufren y les abrimos el corazón, sentimos que volvemos a la vida y que una primavera de esperanza reverdece en nuestro interior. Por eso son tan sabias las palabras del profeta Isaías: “Entonces surgirá tu luz como la aurora y cicatrizarán de prisa tus heridas”.
  • Exploremos ahora el segundo simbolismo de la luz, desarrollado por el profeta Isaías: “Cuando renuncies a oprimir a los demás y destierres de ti el gesto amenazador y la palabra ofensiva […], brillará tu luz en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía”. Aquí el profeta Isaías nos invita a tomar conciencia de lo que sucede en el campo social cuando el comportamiento injusto y agresivo de los individuos, y muy en particular de los líderes, afecta la vida de los ciudadanos.

En este momento, la comunidad internacional escucha con preocupación  las voces destempladas de poderosos dirigentes políticos que usan las amenazas para tratar de imponer su proyecto político hegemónico, atropellando acuerdos construidos pacientemente a lo largo de los años. Esos consensos súbitamente desaparecen con un agresivo mensaje en las redes sociales y la firma de un documento…

 

El Salmo 111 retoma el simbolismo de la luz: “Quien es justo, clemente y compasivo, brilla como una luz en las tinieblas”. Los comportamientos inspirados en la misericordia cambian el entorno social. La luz que irradia el comportamiento del ciudadano justo, ilumina la noche de los corruptos, por quienes nos sentimos atropellados y asaltados. Cada día se destapa un nuevo escándalo de corrupción y las cifras son astronómicas. Ahora bien, en medio de la noche oscura de la corrupción, nos sentimos esperanzados porque parece que la luz de la justicia empieza a iluminar el paisaje de una Colombia escandalizada y perpleja. La justicia está mostrando resultados prontos y efectivos. Esperamos recuperar la fe en un sistema judicial que hasta ahora ha dado muestras de ineptitud.

 

Finalmente, llegamos a las elocuentes palabras de Jesús, registradas por el evangelista Mateo: “Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde el fuego debajo de una olla, sino que se pone sobre un candelero, para que alumbre a todos los de  la casa”.Estas palabras de Jesús ponen de manifiesto el impacto que nuestros comportamientos tienen en las  personas que nos rodean. Esto sucede a nivel micro – por ejemplo, en el medio familiar – y también a nivel macro. Pensemos, por ejemplo, en el enorme daño que hacen los padres cuando maltratan, con palabras y con acciones, a  sus hijos, o cuando no les expresan afecto y reconocimiento.

 

Si esto es evidente en el ámbito familiar, también se da cuando pensamos en el comportamiento de los líderes de las organizaciones y comunidades. Mientras mayor es la visibilidad de las personas en la sociedad, mayor debe ser su sentido de la responsabilidad por el influjo que tienen. El ejemplo  de los dirigentes envía poderosos mensajes a la sociedad. Las palabras de Jesús lo expresan  con claridad: “Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos”.

 

La mejor manera de inculcar los valores éticos es a través del ejemplo. Ciertamente, las clases de Ética y Valores dictadas en colegios y universidades son útiles. Pero el aprendizaje fundamental se realiza mediante el testimonio de vida.

 

Es hora de terminar nuestra meditación dominical. Que estas reflexiones sobre el simbolismo de la luz, inspiradas en las lecturas bíblicas, nos acompañen a lo largo de la semana que comienza. A través del servicio a los demás y la coherencia con unos valores, tendremos luz para nuestro caminar como peregrinos y  también  iluminaremos las vidas de nuestros hermanos.


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